sábado, 12 de diciembre de 2009

Entrevista a Joan Martín Royo, barítono





12/12/2009

“Las voces marcan el auge de ciertos repertorios”

Acaba de terminar con gran éxito su papel de Masetto en el pasado ‘Don Giovanni’ en Oviedo y de nuevo vuelve a escena en un papel totalmente diferente: el de Rey de Escocia en ‘Ariodante’ de Haendel. El barítono Joan Martin Royo, pese a su juventud, ya puede presumir de haber actuado en grandes teatros de todo el mundo, desde el Liceu barcelonés hasta el Teatro de los Campos Eliseos, el británico Glyndebourne o la Fenice genovesa. Siempre inquieto, y buscando nuevos horizontes, nos recibe en los camerinos del Campoamor a pocos días del estreno.

Prácticamente se encuentra ‘instalado’ en Oviedo…

Es cierto, llevo casi dos meses aquí. Además es una ciudad especial, porque debuté aquí en 2003 con ‘La Rondine’ y desde entonces he vuelto regularmente, aquí en el Campoamor o al Auditorio, donde por cierto en abril actuaré de nuevo. Junto con Barcelona, Oviedo me ha visto crecer y desarrollarme artísticamente.

El cambio del Masetto de ‘Don Giovanni’ al Rey de Escocia es absolutamente radical.

Sí, y era algo que me apetecía muchísimo. Hoy en día estamos siempre hablando de las especializaciones en la voz, es fácil encasillar a la gente. A mí los papeles cómicos me encantan, pero también los de ‘malo’. Me apetecía mostrar un registro totalmente diferente en apenas tres semanas de diferencia.

Esas tres semanas de diferencia llevaron a simultanear ensayos de las dos óperas. Parece una locura.

No, para nada. Quizás por ser los papeles tan distintos no era tan complicado. Pero sí fue muy intenso, porque durante la semana de las funciones de ‘Don Giovanni’ ensayaba por las mañanas ‘Ariodante’.

El cambio de compositor, de Mozart a Haendel, ¿le obliga a cambiar también la forma de cantar?

En absoluto. Evidentemente, cada compositor tiene sus características y su lenguaje propio. Barroco, clasicismo y hasta Rossini forman la base de mi repertorio habitual. Barroco he cantado mucho, pero sí es mi primera ópera con escena, antes había hecho oratorios y versiones de concierto. Musicalmente es un papel muy interesante, por lo que cuando Javier Menéndez me lo ofreció, no dudé ni un instante.

Masetto te dio muchas alegrías hace dos semanas. Además, se notaba que lo pasabais muy bien en el escenario

Sí, con Ainhoa Garmendia (Zerlina) tenía la suerte de haber coincidido previamente en el Liceu con ‘Las bodas de Fígaro’, por lo que existía una química previa que funcionó muy bien en las escenas que compartíamos en el ‘Don Giovanni’, haciéndolas muy cómicas, y divertidas.

Centrándoos en el ‘Ariodante’ de Haendel, ¿tiene la sensación de que el repertorio barroco está siendo redescubierto?

Depende de las voces que surgen en cada momento. Si miramos la historia del canto, la época de Montserrat Caballé, interpretando la Trilogía de las Reinas, puso en lo más alto a Donizetti. O como también hubo un ‘Rossini revival’ cuando estaban Ramey y llegaron Juan Diego Flórez o Cecilia Bartoli… Realmente creo que son las voces las que marcan el auge de ciertos repertorios. Por supuesto, es fundamental una cierta sensibilidad del público, los directores musicales, de escena, artísticos…

¿Y puede ser por buscar novedades en el repertorio?

Por supuesto. El ‘Repertorio’ es una invención de mitad del siglo XIX. La ópera antes era como el cine de hoy en día, y reclamaba novedades continuamente. La creación del repertorio es un corsé que nos hace movernos siempre en lo mismo –porque nos gusta, porque hay títulos fantásticos-, pero cuando se descubren títulos nuevos ves que el público responde favorablemente.

Siempre hay un cierto miedo a la ópera barroca

Creo que, afortunadamente, en esta producción, existe un nivel vocal extraordinario. La orquesta, la OSPA, también suena fenomenal con el Maestro Marconi pese a no ser su repertorio. Además aporta un cuerpo de baile con unas coreografías impresionantes, un ballet impecable. La belleza de la música de Haendel hace que se enlacen grandes momentos uno tras otro. Cuando se posee un cast que tiene la capacidad de hacer unas variaciones en el ‘da capo’ con una gran sensibilidad, sólo se puede esperar lo mejor.

La producción es realmente compleja

Sí, para los cantantes, para el ballet… también a nivel técnico: hay muchísimos cambios de peluquería, de vestuario, de decorado… Es un reto pero también un honor debutar en el papel en una producción así, que se estrenó hace 18 años y ha viajado por todo el mundo.

La firma David Alden, eso es una garantía

Es una persona muy inteligente que conoce la ópera de memoria, lo cual es muy raro en un director de escena y es muy positivo. Va a favor de la música, y de ayudar al cantante a cantar mejor. Por poner un ejemplo, siempre nos exige que cantemos de cara al público, lo que elimina obstáculos de audición al público, y para nosotros es mejor, porque podemos proyectar sin que se pierda el sonido.

Su voz, la voz de barítono, ¿es la que más evoluciona a lo largo de la vida de un cantante?

Todas las voces evolucionas, por eso es necesario dejar que ella vaya guiándote, sin forzarla, hay que saber escoger el repertorio. Es cierto que las voces masculinas se desarrollan mucho más tarde, porque requieren una estructura específica del aparato fonador. Un tenor con 30 años puede estar perfectamente formado, y un barítono hasta los 35- 40 todavía sigue evolucionando. Por no hablar de los bajos, que llegan a su plenitud hacia los 50 años: no hay más que pensar en gente como Leo Nucci o Carlos Álvarez. Todo esto implica que la carrera se acabe más tarde, como es lógico.

¿Cuáles son esos papeles de barítono que tiene como referente para llegar a cantar con el tiempo?

No se puede hablar a largo plazo, porque mi voz no es la misma que hace un año, y va cambiando continuamente. Además, trato de ser como una esponja en cada proyecto en el que me embarco y aprender de todo lo que me rodea. A medio plazo, sí tengo unos papeles como objetivo para los que tengo que irme preparando: Orestes de ‘Iphigenia en Táuride’ (Glück), ‘Orfeo’ (Monteverdi), Fritz en ‘Die Tote Stadt’ (Korngold), el Conde de ‘Las bodas de Fígaro’ (Mozart)… y más a largo plazo el Don Giovanni. Como intérprete me gusta salirme de lo común, hacer lo que no hace nadie.

Además, en su carrera se ve un especial interés por la creación contemporánea

Sí, me gusta el trabajo mano a mano con los compositores, estar cerca de ellos y aprender, como me acaba de suceder en la grabación de un disco con obras de Joan Guinjoan. Es importante conocer lo que los creadores de hoy en día tienen que decirnos. En 2011 estrenaré el ‘Dalí’ de Xavier Benguerell, todo un reto como cantante y actor. Soy muy inquieto.

¿En qué punto ve a la ópera contemporánea? Porque se acaba estrenando en grandes núcleos como Madrid o Barcelona, pero desaparece enseguida.

Eso es un problema, pero es una cuestión de buscar la rentabilidad. Es necesaria una parte de riesgo de las instituciones para programar. Eso crea la opinión de que en los siglos XX y XXI no hay ópera, no es así. La gente se olvida de que el ’Turandot’ de Puccini se estrenó en 1926. Por no hablar de autores como Britten y Janacek. No se pueden ignorar trabajos de Henze, Messiaen, Ligeti, Glass, Penderecki… grandes gurús de la música contemporánea de los que se olvida su producción operística.

Quizá porque es más sencillo que una orquesta toque ‘Polimorphia’ de Penderecki a montar una ópera del mismo autor como ‘Los Demonios de Loudun’…

Sí, pero es que la ópera contemporánea se ha quedado en los ‘lugares comunes’, una serie de títulos que se han hecho su hueco y que parece que funcionan, y de los que no se quiere salir. Hay que ir recuperando este repertorio. Entiendo que es mucho más difícil, pero si se defiende con solvencia y ganas por parte de los intérpretes llega al público.

También muestra un especial interés por la música de cine

Soy un gran coleccionista, y además pienso que es la gran olvidada de la música contemporánea. La gente habla de ella con desprecio, cuando grandísimos compositores han escrito para ella: Max Steiner, Franz Waxman, Jerry Goldsmith, Bernard Herrmann… Se dice que es necesario verla con su imagen y que no se puede desligar de ella, sin embargo se acepta que una orquesta toque ‘El pájaro de fuego’ de Stravinsky sin su coreografía. O se escuchan los discos de ópera sin su espectáculo completo. Es injusto el tratamiento que se le da a grandes obras maestras del género cinematográfico.


(Foto: Iván Martínez)

No hay comentarios:

Publicar un comentario